12.11.07

AMSTERDAM (Cuento1997)

Lisa golpeada por palabras, arañada por insultos... viva.
Desorientada baja del tren que ya la separó al menos algunos kilómetros de él, ve cómo se mueve la gente a su alrededor, la velocidad de los que saben adónde ir.

Camina por una ciudad sin rumbo, va por una calle, gira caprichosamente por otra, se detiene a admirar la cornisa de un edificio, se agacha a examinar una mancha de alquitrán en la vereda que le recuerda a cierto cuadro de él. Mira la cara de la gente intentando imaginar su vida interior, entra en un restaurante barato para sacarse el gusto amargo de la boca. Sale y continúa su camino. Nada parece distraerla del pensamiento. . .

La mochila parece que ya no pesara, es una parte mas de su cuerpo, canta canciones de los Beatles y camina. La idea que la persigue es rara, ¿cómo se puede pasar meses sintiendo que ama a alguien que no conoce? Le duele el cuerpo de amor. Frío en los ojos de tantas lágrimas. Lo mas difícil no es tratar de ser otra, sino no saber quién es ella en realidad. Diferenciar su deseo.

Camina, parece que no va a ninguna parte, busca una forma de matar el tiempo, solo el cansancio va a decirle cuándo detenerse.

Pero así como un paso lleva inevitablemente a otro, un pensamiento sigue al anterior, y en el caso de que genere mas de uno, será necesario no sólo seguir al primero hasta su conclusión, sino volver atrás, a la posición inicial, para seguir el hilo del segundo hasta su conclusión, y así sucesivamente.

Lo que en realidad hace cuando camina es pensar de tal modo que sus pensamientos dibujan un trayecto, compuesto ni mas ni menos que por los pasos que siguió. Y se esfuman los recuerdos porque así se relaja el cerebro, con absurdos que no comprometen sus sentimientos.

Su cansancio finalmente la detiene frente a un albergue, Eben Hazer, en donde después de los trámites formales descansa sus huesos mientras toma café con leche, alrededor hay gente de todos los sitios posibles. Por fin siente su cuerpo transpirado, su pelo sucio. Estas sensaciones le darán algo que hacer durante la siguiente hora. Se encamina hacia los dormitorios, encuentra su cama, encuentra el baño, la tarea del aseo la conecta otra vez con lo real, después de haber caminado durante horas no hay nada mejor que dormir. No es tan simple detener los pensamientos. Le duele el cuerpo pero las imágenes la atormentan, la abrazan y es imposible escapar de esos brazos, el corazón late agitado y siente que todos los cuerpos que duermen en la habitación le susurran sus sueños al oído.

Se levanta y mete la cabeza abajo del agua fría, el agua se lleva los susurros, se van por el orificio del lavabo, puede verlos en colores. Más tarde después de fumar el último cigarrillo, vuelve a acostarse. Sueña con “Las ruinas circulares” de Borges.

El día soleado la despierta con esperanza, salir a caminar, a ver gente, a conocer lugares.

Nadie habla Español en la cafetería, eso es bueno, hablar en otro idioma es suficiente, es como ser otra persona, el tono de la voz es otro, la musicalidad de las palabras es otra y ella es otra en Inglés, empezando porque la llaman Laisa.

Poder hablar en otro idioma, poder comunicarse con gente de otra lengua. Siempre le estará agradecida a su madre que la haya mandado a aprender Inglés desde antes de la escuela primaria, mientras jugaba, se disfrazaba y se divertía, ya hablaba en otro idioma, era como actuar en una película. Más tarde, ya adolescente odió tener que estudiar, pero hoy puede hablar con cualquiera, no siempre hay alguien que hable Español, pero Inglés en cualquier parte del mundo se habla.

Al tiempo que dibuja sinsentidos en una servilleta formula la teoría del lenguaje, mientras desayuna tostadas francesas y café en el salón. Piensa que las palabras son otras en otro idioma, que a pesar de que el significado sea el mismo, al tener otras letras, otra entonación, como suenan diferente, son otra cosa. No es lo mismo decir te amo que decir Y love you, aunque tenga el mismo significado no se siente de la misma manera. Y así, de esa forma todo es otra cosa en un idioma diferente, aunque uno lo entienda, al escucharlo, al decirlo inmediatamente se transforma en una persona distinta.

Lisa se siente otra persona solamente con comunicarse en Inglés. Mágicamente le produce placer hablar de su vida con otros, porque a pesar de contar quizás lo mismo que contaría en Español, en Inglés es otra vida la que cuenta, a ella misma le parece otra vida, los sueños son otros, hasta las esperanzas.

Conoce a Jane, que lleva como otros, un aro en la nariz, es gorda de cabello castaño claro y muy seductora. Habla en un Inglés australiano que a Lisa le cuesta bastante entender, al principio, cuando no entiende vuelve a preguntar, pero después encuentra que también es divertido no entender y seguir la conversación, de repente, uno se encuentra en callejones sin salida, como jugar al ajedrez. Bennet, negro hermoso del Congo belga que habla en francés y está escribiendo un libro, también vive en el albergue, trabaja en la cocina a cambio del alojamiento y la comida.

Liz es bailarina de Nueva York, vino a probar suerte en Amsterdam, a tratar de vivir otra vida, lejos de un novio muy adicto, que según sus propias palabras le arruinó la primera parte, es alargada como todas las bailarinas, se viste parecido a Lisa y se entienden bastante bien. Tal vez porque ella también sabe lo que significa vivir con un novio adicto, y aunque casi ni hablen de eso tienen algo en común.

Hay mucha gente de diferentes lugares, la mayoría solo se quedan dos dias, tiempo suficiente para ver la ciudad, pero estos personajes que encuentra Lisa son personajes casi estables, y en un par de días ella también pasa a integrar la lista de los estables. Conoce a Gazmend, de Yugoslavia pero ciudadano holandés gracias a un frustrado matrimonio.

Gazmend juega al ajedrez con James en el patio del albergue en una soleada mañana de sábado, Lisa mira y quisiera jugar, en Español le da vergüenza, pero en Inglés se atreve a todo y desafía con su sonrisa al yugoslavo, que también acepta con su sonrisa y le gana en pocas jugadas. Gazmend habla Holandés y bastante Inglés, aunque menos que ella, la invita a pasear por la ciudad y eligen Lindsplein para tomar una cerveza, se ríen mucho. Es mucho más fácil comunicarse con Gazmend porque tiene poco vocabulario, hasta parece una persona simple, solo debido a la cantidad de palabras que tiene a su disposición. A pesar de tener más palabras, para Lisa tampoco es su lengua natal.

Se dibuja con movimientos en el aire la comunicación, flota. Las palabras pierden el valor, son los gestos, los movimientos, las miradas los que llevan impresos los deseos y las necesidades. Su diario de viaje lo describe como Tom Cruise pero con la nariz rota, el diario se convierte en su conexión con lo real, con el pasado y con el futuro.

El presente sale al escenario en otro idioma y no puede detenerlo para preguntarse. Lo cotidiano no tiene traducción y la mece en la felicidad que se le apareció tan rápido sin darse cuenta, ser otra persona. Ser Laisa.

Cuanto hace que está en esta ciudad? Si parece que nunca hubiera pertenecido a otra... Si parece que Jane, Bennet, Liz, Gazmend, James, Terry... son su familia, si viven con ella, si desayunan juntos. Si ya conoce Amsterdam como la palma de su mano y es capaz de dar indicaciones a los turistas para llegar a los sitios deseados.

Andrés el dueño de su dolor al llegar, parece ya ser parte de un sueño.

El plano de la ciudad es circular, la ciudad es circular. Al igual que sus pensamientos, una serie de círculos concéntricos divididos por canales, salpicados por cientos de pequeños puentes, y conectados unos con otros de forma interminable, por lo cual uno no puede simplemente seguir una calle como en otras ciudades. Para ir a un lugar determinado, primero hay que saber exactamente cómo se llega allí.

Lisa siempre tuvo el mapa en su mochila, pero no necesitó verlo. Era el mapa de sus pensamientos, concéntrico, la red de caminos que dibujó en su cerebro el día que llegó, sus pensamientos dibujaban el trayecto, compuesto ni más ni menos que por los pasos que había seguido.

Escribe en su diario:

-Amsterdam es circular como yo. Estoy de novia con Gazmend, lo amo, leo “La invención de la soledad” de Paul Auster, que habla de cómo llegó a perderse en esta ciudad. Perdí a Andrés, perdí a Lisa.

Soy feliz. Estoy perdida -.