9.3.08

ROMA (cap3)

Vuelvo al albergo, atardece, miro vidrieras, me tomo un capuccino, despacho postales, camino, llego cansada, cagada de calor y de mal humor.

Me baño por segunda vez en el día, lavo ropa y me tiro a tomar mate, oscurece en Roma, mística y terrena, artista y sensual. Odio haber vuelto tan temprano, hoy no es un buen día... tal vez sean mis benditas hormonas avisándome que soy mujer. Siento placer al estar limpia y veo el atardecer por la ventana,... miro un mapa de Italia, Catania, de allí vino mi abuela... oigo un piano que improvisa a lo lejos algo de jazz, apago el velador, por fin me relajo, por fin estoy sola en una habitación, y vuelvo a enamorarme de mi cuerpo. Me masturbo tres veces, después de tanto tiempo... no pienso en nada, ninguna imagen, solamente el piano a lo lejos, mi cuerpo con buen olor, el anochecer por la ventana, mi piel bronceada.

Parece un sueño esto de estar en Europa... todos los sitios me conmueven,... quisiera no volver jamás... a veces un ratito, pero nada mas. ¿Se podrá ser feliz tan lejos de todos los afectos? Bueno, solamente es un viaje… mi vida está en Buenos Aires... no, no es cierto, mi vida está aquí conmigo... ésta es mi vida, recuerdos, historias, ahora imágenes nuevas, lugares nuevos para mis ojos, que al final del dia están cansados de ver, gente nueva... Soy yo viajando por el mundo, viajando adentro mío como de costumbre... pero todo cambia, nada permanece igual, yo soy modificable, no soy una columna de mármol. Algunas veces soy tan modular.

Julio llega bien tarde, ya no estamos enojados.

Los italianos tienen bastante simpatía por los argentinos. Nos parecemos bastante. A mi me gusta decir que mis abuelos eran italianos, con los días me voy acordando de palabras que alguna vez escuché, me siento parecida a las italianas, en Buenos Aires alguien me lo había dicho, pero en Holanda y en Berlín la gente me habla en italiano por la calle. Es bueno encontrar que uno tiene una raíz, un lugar de donde viene, una raza. Me acuerdo de mi vecina de enfrente de la niñez y de su familia italiana, escucho palabras que ya están en mi cerebro, entiendo cuando me hablan y me emociono, me conmueve estar, caminar Roma. Siento de repente que pertenezco a esta parte del mundo. En Buenos Aires somos una mezcla de culturas, aquí están divididas en países... allá somos una maldita mezcla, un cóctel de lo que se fue, de lo peor. Busco todo el tiempo las coincidencias, encuentro mis raíces.

Vamos a un supermercado y nos proveemos de comida y de una botella de whisky, llegando al albergo encontramos a Lucas, ahora somos tres... Salimos a la noche, nos vestimos lo mas lindos posible con una ropa que nos compramos en un mercado de la calle, Julio tiene una camisa turquesa brillosa y yo una rosa Dior. Llenamos una petaca con el whisky que nos compramos. Me peino tratando de verme distinta a todos los días, es difícil estando de viaje cuando solo tenés un par de zapatillas, tres remeras y dos jeans, pero apelo a mi instinto.

El whisky aprendí a tomarlo en Marbella, me enseñó Julio, yo le enseñé los números romanos.


continuará...